Dicen que es muy delgada la línea entre la genialidad y la locura, aunque yo creo que en muchos casos la primera ha sido perseguida y tristemente alcanzada por la segunda. Entre esos genios podemos nombrar al Van Gogh, Salvador Dalí y Einstein que si bien destacan por sus aportaciones a la humanidad, fueron catalogados en su momento como seres carentes de lucidez.
El campo de la Literatura no ha sido la excepción y entre sus máximos exponentes se encuentran tres personajes que vivieron y murieron en constante contacto con la demencia: El Marqués de Sade, Guy de Muapassant y Horacio Quiroga. Escritores de distintos estilos pero que tuvieron en común la fiel compañía de la muerte y la locura. Con aportaciones invaluables a la Literatura, sin duda alguna esa compañía fue imprescindible para sus obras.
Aún cuando en su época las obras de Sade y Guy de Muapassant fueron criticadas y censuradas, hoy en día no se puede negar su valor literario. A continuación les dejo una breve reseña de estos autores.
DONATIEN ALPHONSE FRANCOIS DE SADE
(1740-1814)
Para leer las obras del Marqués de Sade es necesario poseer un criterio muy amplio, ya que puede resultar muy difícil asimilar lo que plantea. Él habla de una sexualidad “desviada” hacia la perversidad, hacia el placer sensual proporcionado por el dolor ajeno, algo totalmente inconcebible para muchas personas “normales”. Pero también implica el estudio psicológico de tal comportamiento desde un punto de vista científico y analítico, para llegar a conocer las causas de dicha conducta y sus efectos.
Al leer las obras de Sade nos encontramos ante un tema muy especial: el erotismo, sólo que es un erotismo modificado llevado al extremos increíbles, en los que se vuelve grotesco o inhumano, por lo que se convierte en el calificativo que ahora se conoce como sádico.
Lo que escribió el Marqués de Sade ha sido muy criticado y hasta prohibido, por la cantidad de atrocidades que describe, pero observándolo con ojo clínico podemos darnos cuenta de que él fue quien se atrevió a mencionar por primera vez toda esa gama de relaciones sexuales anormales. Y todo eso ha servido para considerar dichas relaciones como enfermedades, las cuales deben prevenirse o erradicarse.
Resulta indudable que el Marqués de Sade era una persona inteligente, a su manera ya que además de escandalizar al mundo, aportó ideas valiosas en los terrenos de las ciencias naturales, sociales, económicas, filosóficas y políticas.
En su forma de escribir podemos apreciar el extenso vocabulario que poseía. Su estilo particular al describir las acciones nos sitúa perfectamente en la escena.
GUY DE MAUPASSANT
(1850-1893)
Rene Albert Guy de Maupassant, autor francés es considerado como uno de los grandes maestros del relato breve de la literatura universal.
El marco familiar de Maupassant puede explicar muchos de los aspectos de su obra. Los pleitos entre los padres, que llegaban a la agresión física, fueron el origen de su profundo pesimismo, el cual se ve reflejado en la mayoría de su obra.
Su debut literario está ligado al relato de Bola de sebo (1980). En dicha obra Maupassant hizo alarde en el de su talento de narrador gracias a una aguda capacidad de observación; azotaba con violencia satírica a pequeños y grandes burgueses; y presentaba con una dureza grotesca el penoso sacrificio de una prostituta inmolada al pudor de las damas y a la oración de dos monjas.
En 1881 vio a la luz su primer volumen de relatos, La casa Tellier, seguido de Mademoiselle Fifi (1982). Este último le convierte en el escritor de moda, lo que hoy llamaríamos un best-sellers. Otras de sus obras son; Claro de Luna (1884), Cuentos del día y de la noche (1885), El Horla (1887) y La mano izquierda(1889).
En el final de su carrera, una buena cantidad de cuentos está inspirada por la idea fija del suicidio, la obsesión de lo invisible, la angustia. Ya había cumplido con negar la Providencia y considerar a Dios como “ignorante de todo lo que hace”. También había cumplido con una ruta de pesimismo, diciendo que el Universo es un desencadenamiento de fuerzas ciegas y desconocidas, y que “el hombre es una bestia escasamente superior a los demás”. El pesimista Maupassant acentúo para sus últimos años la hostilidad y término consumido en una soledad que solamente lo nutrió de fantasías como “El miedo”. Ese y otros cuentos escritos en los últimos días de su vida, lo tomaron los psiquiatras como fieles testimonios de su progresiva locura. Sus cuentos llenos de terror y angustia también demostraron que Maupassant era todo un maestro del cuento fantástico, haciendo recordar la grandeza de Edgar Allan Poe.
El 1 de enero de 1892, intenta suicidarse, y el 7 es internado en un sanatorio, donde muere el 6 de julio del año siguiente.
El campo de la Literatura no ha sido la excepción y entre sus máximos exponentes se encuentran tres personajes que vivieron y murieron en constante contacto con la demencia: El Marqués de Sade, Guy de Muapassant y Horacio Quiroga. Escritores de distintos estilos pero que tuvieron en común la fiel compañía de la muerte y la locura. Con aportaciones invaluables a la Literatura, sin duda alguna esa compañía fue imprescindible para sus obras.
Aún cuando en su época las obras de Sade y Guy de Muapassant fueron criticadas y censuradas, hoy en día no se puede negar su valor literario. A continuación les dejo una breve reseña de estos autores.
DONATIEN ALPHONSE FRANCOIS DE SADE
(1740-1814)
Para leer las obras del Marqués de Sade es necesario poseer un criterio muy amplio, ya que puede resultar muy difícil asimilar lo que plantea. Él habla de una sexualidad “desviada” hacia la perversidad, hacia el placer sensual proporcionado por el dolor ajeno, algo totalmente inconcebible para muchas personas “normales”. Pero también implica el estudio psicológico de tal comportamiento desde un punto de vista científico y analítico, para llegar a conocer las causas de dicha conducta y sus efectos.
Al leer las obras de Sade nos encontramos ante un tema muy especial: el erotismo, sólo que es un erotismo modificado llevado al extremos increíbles, en los que se vuelve grotesco o inhumano, por lo que se convierte en el calificativo que ahora se conoce como sádico.
Lo que escribió el Marqués de Sade ha sido muy criticado y hasta prohibido, por la cantidad de atrocidades que describe, pero observándolo con ojo clínico podemos darnos cuenta de que él fue quien se atrevió a mencionar por primera vez toda esa gama de relaciones sexuales anormales. Y todo eso ha servido para considerar dichas relaciones como enfermedades, las cuales deben prevenirse o erradicarse.
Resulta indudable que el Marqués de Sade era una persona inteligente, a su manera ya que además de escandalizar al mundo, aportó ideas valiosas en los terrenos de las ciencias naturales, sociales, económicas, filosóficas y políticas.
En su forma de escribir podemos apreciar el extenso vocabulario que poseía. Su estilo particular al describir las acciones nos sitúa perfectamente en la escena.
GUY DE MAUPASSANT
(1850-1893)
Rene Albert Guy de Maupassant, autor francés es considerado como uno de los grandes maestros del relato breve de la literatura universal.
El marco familiar de Maupassant puede explicar muchos de los aspectos de su obra. Los pleitos entre los padres, que llegaban a la agresión física, fueron el origen de su profundo pesimismo, el cual se ve reflejado en la mayoría de su obra.
Su debut literario está ligado al relato de Bola de sebo (1980). En dicha obra Maupassant hizo alarde en el de su talento de narrador gracias a una aguda capacidad de observación; azotaba con violencia satírica a pequeños y grandes burgueses; y presentaba con una dureza grotesca el penoso sacrificio de una prostituta inmolada al pudor de las damas y a la oración de dos monjas.
En 1881 vio a la luz su primer volumen de relatos, La casa Tellier, seguido de Mademoiselle Fifi (1982). Este último le convierte en el escritor de moda, lo que hoy llamaríamos un best-sellers. Otras de sus obras son; Claro de Luna (1884), Cuentos del día y de la noche (1885), El Horla (1887) y La mano izquierda(1889).
En el final de su carrera, una buena cantidad de cuentos está inspirada por la idea fija del suicidio, la obsesión de lo invisible, la angustia. Ya había cumplido con negar la Providencia y considerar a Dios como “ignorante de todo lo que hace”. También había cumplido con una ruta de pesimismo, diciendo que el Universo es un desencadenamiento de fuerzas ciegas y desconocidas, y que “el hombre es una bestia escasamente superior a los demás”. El pesimista Maupassant acentúo para sus últimos años la hostilidad y término consumido en una soledad que solamente lo nutrió de fantasías como “El miedo”. Ese y otros cuentos escritos en los últimos días de su vida, lo tomaron los psiquiatras como fieles testimonios de su progresiva locura. Sus cuentos llenos de terror y angustia también demostraron que Maupassant era todo un maestro del cuento fantástico, haciendo recordar la grandeza de Edgar Allan Poe.
El 1 de enero de 1892, intenta suicidarse, y el 7 es internado en un sanatorio, donde muere el 6 de julio del año siguiente.
HORACIO QUIROGA
(1850-1893)
Amor, locura y muerte: tres caminos que llevan a la tragedia. Tres caminos que Quiroga reunió en uno de sus títulos más conocidos, y que se repetirán una y otra vez en sus relatos. Desde el joven dandy que viajaba a París explora caminos del modernismo, hasta el hombre solitario que se quita la vida en el tramo final de una enfermedad incurable, la historia de Quiroga estuvo marcada por pérdidas y episodios violentos.
Considerado como uno de los fundadores del cuento moderno hispanoamericano, en pocos autores como en él es posible establecer con tanta claridad de la relación entre sus experiencias personales y las características de su obra; esa marca profunda de amor, de locura y de muerte.
Entre sus cuentos más difundidos se encuentran: “El almohadón de plumas” (1907) y “ La gallina degollada” (1909).
La gallina degollada ha sido leída como una pequeña obra maestra del horror familiar, como una fábula tenebrosa sobre la niñez y el parentesco. La sangre familiar transmite el mal que afecta a los hijos varones; la misma sangre que encierra el cuento como una marea roja de espanto y muerte.
El punto final de su escritura fue puesto el 19 de febrero de 1937. Al saberse enfermo de cáncer, decide suicidarse con cianuro. Horacio Quiroga, que tantas veces había conjurado a la muerte quedó en sus palabras.
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